NEWCASTLE SONRÍE OTRA VEZ

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Wembley volvía a esperar. Sueño o pesadilla. Hundimiento o redención. Por segundo año consecutivo, el Newcastle se plantaba en la capital con la esperanza de alzar un trofeo. En frente, el Liverpool, claro favorito. Pero las urracas no iban a dejarlo escapar. No esta vez.

Porque los fantasmas del pasado emergieron en los días previos. Como ocurrió en la temporada anterior, Eddie Howe no podría contar con uno de sus mejores jugadores. Si entonces fue Nick Pope (y también Martin Dúbravka, lo que obligó a Loris Karius a jugar), esta vez eran Anthony Gordon y Lewis Hall. El primero, sancionado. La baja de Hall significaba que Mo Salah, el jugador más en forma del planeta, debía ser marcado por Livramento a pie cambiado. Mal augurio.

Pero el Newcastle se sacudió la presión desde el minuto uno. Hacía 56 años que el equipo no ganaba un título, el último fue la extinta Copa de Ferias en 1969. Si nos referimos a títulos nacionales, el último databa de 1955, sin contar, claro, los títulos de liga de Championship. Existe, por cierto, un paréntesis aquí. Porque el Newcastle ganó en 2006 la Intertoto, un torneo veraniego que otorgaba acceso a la UEFA y cuya oficialidad se ha debatido hasta el punto de ser considerado, sin más, una fase previa con un nombre más llamativo, pero oficial al fin y al cabo según la propia UEFA.

Pero el equipo que saltó a Wembley nada tuvo que ver con el que jugó el año pasado ante el Manchester United. El Liverpool, quizás tocado por su eliminación europea, apenas pudo entrar en el partido. Sí, el Newcastle fue mejor. Mucho mejor. Llevó el ritmo del juego en los pies de Bruno Guimarães, y Joelinton fue la sombra de todos los que vestían de rojo. Salah no apareció. Ni Cody Gakpo. Ni Luis Díaz. Nada. La sala de máquinas de Arne Slot fue superada por el juego, el talento y el sacrificio de los hombres de Eddie Howe.

El único resquicio de esperanza pareció estar en la sala del VAR, cuando Trippier tocó el balón con los dedos de su mano dentro del área. Sin embargo, los árbitros estimaron que lo hacía en una posición natural y de manera totalmente involuntaria, para enfado de Luis Díaz, que disputaba el balón con el lateral inglés.

Y así, poco antes del descanso, Dan Burn clavó el primer clavo en el ataúd de los de Anfield. Alexis Mac Allister fue el encargado de marcar a la torre del Newcastle en un córner, y los casi 30 centímetros de diferencia entre ambos hicieron el resto. Potente y tremendo cabezazo el del lateral, por cierto. Slot fue justo y le dio la titularidad a Caoimhín Kelleher en detrimento de un Alisson que es, sin duda, el mejor portero del mundo. Para ser honestos, el meta del Liverpool no pudo hacer nada. Ni en este gol, ni en el de Alexander Isak.

Porque el Newcastle fue tan superior en la primera mitad (sin ocasiones claras, eso sí), que el miedo estaba en haber dejado escapar vivo al Liverpool. El descanso podría haber despertado a los reds, pero ni por esas. La reanudación demostró que en Wembley solo había un equipo. Isak puso el segundo, otra vez tras un remate de Dan Burn, pero el VAR lo anuló por fuera de juego. Apenas se habían recompuesto los equipos cuando el sueco volvió a marcar, esta vez tras una gran dejada de Jacob Murphy, otro chico de la casa. Ese, por cierto, ha sido uno de los éxitos de la reconstrucción de este Newcastle, que tiene en el vestuario un auténtico sentido de pertenencia.

Con 2-0, el partido tampoco cambió en exceso. Por el Liverpool, solo Dominik Szoboszlai parecía estar a la altura. Slot movió el avispero, introdujo todos los cambios y arriesgó al máximo, quemando las naves que le quedaban, a pesar del miedo de salir goleado si dejaba huecos atrás. Pope le sacó una gran mano a Curtis Jones en casi el único disparo a puerta del Liverpool y, en la prolongación, Federico Chiesa apareció en escena para recortar distancias. Qué tan raro sería el partido y cuán desesperado estaría Slot para dar ingreso al italiano.

Murió el partido con el Newcastle defendiendo un córner del Liverpool. Pasaron generaciones y generaciones de aficionados del club que no vieron a su equipo ganar un título. Muy pocos, en Wembley, lo habían logrado. El Newcastle siempre fue grande. Eso dice la historia. Eso dicen los puntos. Eso dice la clasificación temporada tras temporada. Y ese argumento es difícil de defender sin títulos. Porque no los tiene. Tiene cuatro títulos de liga, pero el último data de hace 98 años. Hasta el pasado domingo, contaba con 6 copas domésticas y una europea, pero el último título doméstico se remontaba a 70 años. Ahora, les toca disfrutar.

✍️ Diego García Argota

💻 Juani Guillem

🗓️ (17/03/2025)

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