Un choque con aire de mística en la previa. Ambos seleccionados de las islas llegaban a los octavos de final habiendo superado sus propias expectativas. De un lado Gales, que se paró con un 3-4-2-1, y por el otro lado Irlanda del Norte, con su clásico 4-5-1.
El encuentro comenzó con buenas sensaciones para los soldados de Will Grigg, quienes contaron con un par de ocasiones claras, producto de contragolpes ejecutados por Dallas y Lafferty a la cabeza. La posesión del balón se inclinaba para el lado de los Dragones, pero aun así, eran los norirlandeses quienes contaban con más ocasiones y comenzaban a darle bastante trabajo a Hennessey.
El respeto hacia el rival predominó mutuamente a medida que los minutos corrían. Claramente O’Neill y Coleman no pensaban quemar sus naves de arranque y preferían conservarlas para los minutos decisivos.
La primera parte finalizó con un 62% de posesión para Gales y un 38% para Irlanda del Norte. Muchas veces se dice que es preferible la calidad antes que la cantidad, y esos primeros 45′ han sido un fiel ejemplo de ello. Gales apenas contó con un remate de Vokes que no provocó peligro alguno para la valla de McGovern, mientras que Irlanda del Norte contó con dos remates a portería gracias a Dallas y Ward, quien a su vez fue el jugador con mayor efectividad de pases dentro del terreno de juego (73%).
Los Dragones no supieron aprovechar la posesión y ello ha quedado reflejado en la cantidad de pases, ya que sus principales pasadores en la primera mitad fueron Chester (45/51), Davies (24/32) y Williams (24/30), tres defensores.
Ya en el segundo tiempo pudimos notar una posesión más dividida, siendo Norwood con dos remates desde afuera del área, en pocos minutos, la principal vía de llegada de los norirlandeses. La primera ocasión para los galeses llegó mediante un tiro libre de Bale sobre la izquierda de McGovern, quien se arrojó y logró despejar. La ocasión más clara para Gales en 57′.
Los de O’Neill contaron con un Norwood muy activo, encargado de administrar el juego durante todo el encuentro. Sus pies han sido los encargados de darle ritmo al equipo. Absolutamente todo pasaba por él. Los balones parados, los remates desde afuera, la recuperación del balón y demás. Junto a Davis se han cargado el mediocampo en sus hombros, aunque Norwood siempre estuvo donde debía estar, tanto en retroceso como en ataque.
Desde los 75′, luego del desafortunado gol en contra de McAuley, los cambios tácticos no se hicieron esperar y Gales pasó a un 5-4-1, con Taylor y Gunter bajando del mediocampo a ocupar los laterales en defensa, mientras que Irlanda del Norte optó por lanzar todo por la borda y apostó a un 4-3-3, con Lafferty (quien ganó los seis duelos aéreos que disputó) como punta de lanza. Pero nada de ello alcanzó.
Sobre el final de los 90′ se había achicado la brecha de posesión entre ambos equipos, con un 56% para Gales y un 44% para Irlanda del Norte.
Como dijimos anteriormente sobre la posesión, se dice que es preferible la calidad antes que la cantidad. Eso mismo hizo Gales con los remates, ya que contaron con un solo envío a portería (tiro libre de Bale) y tres fuera de la misma. Mientras que Irlanda del Norte contó con tres remates a portería y uno fuera de ella. En los córners se repitió el patrón, ya que los Dragones no contaron con ninguno a favor, pero sí con seis en contra. Así y todo, los de Coleman supieron aferrarse a su táctica y lograron, mediante un centro que encontró a un desafortunado McAuley, la mayor hazaña en varias décadas.
Gales está en un gran momento y ahora espera por el ganador del duelo entre Hungría y Bélgica.
El dragón vuela alto, muy alto…
🧑💻 Juani Guillem
🗓️ (25/06/2016)