JIM SMITH, QPR Y EL 3-5-2

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Inglaterra es un país de tradiciones… y de supersticiones. Se dice que Alf Ramsey cambió el fútbol inglés para siempre. Para muchos, fue una revolución necesaria. Para otros, los ‘no resultadistas’, supuso un retroceso. Hay quienes sostienen que Ramsey puso fin a la llamada “Edad de la Inocencia” del fútbol británico y dio paso al “fútbol moderno”: un juego más físico, más táctico, más estructurado. La técnica individual, aseguran, pasó a un segundo plano en favor de la garra, la fuerza y el resultado.

Ramsey era tan meticuloso que se ganó el apodo de “el intelectual del fútbol”. Estudiaba al rival con una minuciosidad obsesiva, trabajaba la táctica hasta el más mínimo detalle y no dejaba absolutamente nada al azar.

Durante más de dos décadas, el 4-4-2 fue la Biblia táctica del fútbol inglés, consagrado por el propio Alf Ramsey. Pero todo cambió el 15 de agosto de 1987. Aquel sábado inaugural de temporada, en el viejo Upton Park, se enfrentaban dos equipos londinenses sin demasiadas expectativas: el West Ham, que venía de acabar 15º, y el Queens Park Rangers, que había terminado 16º en la antigua First Division. Nada hacía prever un partido histórico… y, sin embargo, lo fue.

El QPR sorprendió con un 3-5-2 revolucionario: dos centrales, un líbero, carrileros que recorrían toda la banda y un mediocampo más flexible. Era la primera vez que un equipo importante en Inglaterra apostaba por esa disposición desde el inicio de un partido. Y lo más importante: ¡funcionó! Ganaron 3-0 y luego encadenaron seis victorias y un empate en sus primeros siete partidos. En un país donde el 4-4-2 reinaba desde los años 60, aquello fue un terremoto. Por un momento, el QPR se subió a la cima del fútbol inglés… con una táctica que venía a romper el molde.

La idea se le ocurrió a Jim Smith viendo fútbol europeo por televisión, especialmente fútbol alemán. Llevaba ya 18 años de carrera como entrenador y, en todo ese tiempo, había sido fiel al clásico 4-4-2. Aunque, justo es decirlo, durante su etapa en el Oxford United a principios de los 80, había coqueteado con el 3-4-3, aunque solo como recurso desesperado cuando el equipo necesitaba remontar.

El QPR, antes de aquella temporada del cambio, venía de dos campañas discretas: un 13º y un 16º puesto. Nadie imaginaba que algo estaba por gestarse en Loftus Road.

Pese al arranque fulgurante, Jim Smith se encontró con mucha resistencia, sobre todo desde la prensa. Incluso dentro de su propio cuerpo técnico y en el vestuario, la propuesta no era del todo bienvenida. Tuvo que prometerles a sus jugadores que, si no funcionaba, volverían a lo de siempre. Smith llegó a confesar que si perdían aquel primer partido contra el West Ham, la idea habría sido descartada de inmediato. Estuvo a tan solo 90 minutos de abandonar su revolución táctica.

Pero funcionó. Y cómo. El QPR acabó la temporada en un meritorio quinto lugar, demostrando que también en Inglaterra se podía pensar fuera del 4-4-2.

El problema era que el QPR no contaba con una plantilla amplia. Y para que un sistema como el 3-5-2 funcione, necesitas jugadores que no solo lo conozcan, sino que estén completamente adaptados a él. En especial, defensas con inteligencia táctica, capacidad de anticipación y que no se desubiquen al salir a banda a cubrir espacios. En ese sentido, Jim Smith no se alejaba tanto de la filosofía de Alf Ramsey, quien también construyó sus equipos a partir de la solidez defensiva. Ramsey confió en sus zagueros, y particularmente en uno: Bobby Moore, a quien entregó la capitanía. De Moore se decía que “leía el fútbol veinte minutos antes que el resto”.

Consciente de las dificultades de implantar una idea así, años más tarde en el Derby County, Smith fue más allá: instauró el 3-5-2 también en el equipo reserva y en el juvenil. La idea era que todos los jugadores del club crecieran y compitieran con el mismo esquema, para que la transición al primer equipo fuera natural.

El experimento de Jim Smith fue, sin duda, un gran avance. Aunque solo fuera por demostrar que los jugadores británicos no estaban condenados al 4-4-2 de por vida. La confirmación definitiva llegaría unos años más tarde, cuando Bobby Robson usó con éxito ese mismo 3-5-2 en el Mundial de Italia 1990. El fútbol inglés, poco a poco, empezaba a abrir la mente.

Smith pudo saborear el éxito táctico, pero la suerte no siempre le acompañó en su carrera. Convirtió equipos humildes en conjuntos competitivos, capaces de plantar cara a cualquiera, pero nunca se le brindó la oportunidad de transformar a un buen equipo en uno verdaderamente grande. Aun así, su legado es incuestionable. Fue un adelantado a su tiempo, un innovador que rompió moldes y dejó huella en la evolución del fútbol inglés. Por eso, más allá de los títulos o las portadas, Jim Smith se ganó un lugar en la historia del juego.

✍️ Raúl Sánchez

💻 Juani Guillem

🗓️ (16/09/2020)

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