El 27 de marzo de 2016, Jamie Vardy, con el ’19’ a la espalda, anotaba su primer gol como internacional con Inglaterra. Un remate de tacón perfecto que se coló en la red defendida por Manuel Neuer, empatando un partido que luego se acabaría ganando, gracias a una remontada iniciada por Harry Kane con una maniobra solo al alcance de los mejores delanteros del mundo.
El del Leicester, con 29 años, y el del Tottenham, con 22, forman una sociedad temible que hará temblar los cimientos de Francia en la próxima Eurocopa.
Uno mira la clasificación de máximos goleadores de la Premier League y se asusta. Harry Kane, en lo más alto, con 21 goles en liga, buscando hacerse con el título de ‘pichichi’ que se le escapó el año pasado (ya lleva las mismas dianas que en toda la campaña anterior). A su caza, Jamie Vardy, el futbolista creado para tener hambre. El ansia del ‘fox’ lo ha llevado a los 19 goles, una cifra que podría ser aún mayor si no compartiera los penaltis con su compañero Mahrez. Pero hubo un tiempo en que Kane no era más que Harry y Vardy solo Jamie.
Sus historias son radicalmente contrarias. Mientras Vardy ha tenido que bajar al barro, vagar por ligas menores hasta llegar a la élite a una edad en la que la mayoría ya está consagrada, Kane es la culminación de ese niño estrella mimado y cuidado desde la infancia para acabar siendo lo que es hoy.
El del Leicester presenta la cara más mágica del fútbol. Nadie le ha regalado nada, ha tenido que hacer el doble de esfuerzo que los demás para lograr la mitad de reconocimiento. Es el triunfo de la garra, del trabajo y del sacrificio de aquellos que tienen las cosas más difíciles. Vardy es Django, desencadenado. Kane es el polo opuesto. La culminación del talento bien llevado, de una cabeza correctamente amueblada, del niño bien que ha seguido los pasos marcados por sus tutores. Kane es el indomable Will Hunting.
Uno se pone en la piel de Roy Hodgson y, por momentos, entran sudores fríos. Bendito problema. Hoy parece una locura que estos chicos no tengan un sitio en la selección. Aunque Kane parece inamovible, pues su puesto de delantero será suyo durante la próxima década, con Vardy surgen más dudas.
Y no precisamente por demérito suyo, sino porque para ganar un sitio en la alineación titular deberá medirse con Wayne Rooney, el capitán, ahora lesionado, y con un Daniel Sturridge que, una vez recuperado, ha cogido carrerilla. El del Liverpool fue quizás el único que estuvo a la altura en el Mundial 2014 y, a su máximo nivel, es un jugador que ofrece muchas cosas, sobre todo versatilidad para el fútbol de los Pross.
No vamos a descubrir ahora a Jamie Vardy, ya lo hicimos a principios de temporada, cuando no era tan mediático, cuando se conoció su historia. La del gamberro que pasó de jugar en octava división a la Premier en solo unos años. Tampoco a Kane, que lleva años sonando como el futuro hasta que ha tirado la puerta abajo para convertirse en el presente. Y es que, hasta hace poco, ni Vardy metía golazos de tacón ni Kane ejecutaba taconazos para dejarse el tanto en bandeja.
Hubo un momento (fugaz, pero crucial) que unió sus carreras. Puede que, en ese mismo vestuario, alguien que pasaba por allí dejara caer los polvos mágicos que estos dos chicos recogieron y, como en una historia de Disney, comenzaron a vivir su sueño.
Fue en Leicester, la actual casa de Jamie, en 2013. Entonces, los Foxes luchaban en la Championship para lograr el ascenso y llegaron a jugar el play-off. Curioso que, en esa cita ante el Watford (donde cayeron), ninguno de los dos fuera titular. Vardy no se vistió ni en la ida ni en la vuelta, mientras que Kane jugó solo 29 minutos en el segundo encuentro. De hecho, entre los dos sumaron apenas siete goles en toda esa campaña (Harry Kane jugó desde febrero hasta el final de temporada). Nugent, Wood, Knockaert, King y Marshall acabaron el curso con más tantos que Vardy, y más de una decena de jugadores perforaron las redes más veces que Kane.
Otrora compañeros de banquillo en segunda división, hoy son una temible pareja de baile en la selección. Líderes en la tabla goleadora, peleando por la Bota de Oro, los jugadores por los que suspira toda Inglaterra, los chicos que deben liderar al combinado de Roy Hodgson para redimirse de las últimas nefastas actuaciones en torneos continentales e internacionales. Vardy y Kane, porque ahora sí, ya han dejado de ser dos desconocidos. Nunca más serán Jamie y Harry.
🗓️ (29/03/2016)

Redacción Premier League
