Rafa Benítez es lo mejor que le ha pasado al Newcastle. Y cuando hablamos de posibilidades, no consideramos que Mike Ashley abandone el club para dejar paso a alguien que realmente ame al equipo y no lo vea solo como un negocio. Solo pensarlo es una utopía.
Simon Kuper lo decía en su imprescindible Fútbol contra el enemigo: “Cuando un juego moviliza a miles y millones de personas, deja de ser un juego”. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido en el noreste de Inglaterra, donde Mike Ashley, un empresario que hace tiempo dejó de jugar a los juegos, solo busca llenarse los bolsillos a costa de un club centenario.
El Newcastle es un gigante dormido. No por palmarés, pues los del Toon no pueden presumir de vitrinas llenas, pero un club es mucho más que trofeos: historia, ambiente, afición, sinónimos de grandeza. Desde hace años, el equipo, con sueldos millonarios y plantillas para aspirar a mucho, lucha más por no descender (algo que ya ocurrió recientemente) y apenas ha quedado en la mitad superior de la tabla en pocas ocasiones. Y sobran dedos para contarlas.
Rafa Benítez llega como una pieza más de ese juego de quita y pon en el que Mike Ashley se empeña. La realidad es sencilla y se resume en una frase: no existe proyecto deportivo. El dueño maneja jugadores y entrenadores como fichas de Monopoly, comprando y vendiendo casillas como si fuera un juego. No funcionan unos jugadores, limpia de plantilla; no funciona un entrenador, lo despide a los pocos días, aunque haya firmado contratos de cinco u ocho años. Las decisiones, como renovar a Alan Pardew en 2012 hasta 2020, parecen tomadas tras una noche de comilona y borrachera.
Nunca tienen pies ni cabeza. Como la de poner a John Carver al mando la temporada pasada. Un ayudante sin experiencia que acabó haciendo todo mal: alineando jugadores fuera de posición y desbordado por la situación. Ni un principiante en Football Manager lo habría hecho peor.
A veces, aunque no sea lo lógico, un entrenador es capaz de construir un imperio con pocas herramientas. Puedo trazar un paralelismo entre lo que ocurría en el Atlético de Madrid antes de Simeone (entrenadores despedidos a un ritmo vertiginoso, más de 10 fichajes por año, etc.) y lo que ha sucedido en St. James’ Park. No puedo dejar de pensar que Rafa Benítez podría ser el Simeone del Newcastle. Metódico, obsesivo, capaz de darle la vuelta a una situación caótica. El español es un técnico que, con plenos poderes (que parece que Mike Ashley le ha dado) y un respaldo a largo plazo, puede revolucionar y reconducir una situación difícil, a pesar de que el entorno se desmorone.
Siempre he considerado a Rafa Benítez un gran entrenador. Creo que, por su estilo, no es ideal para equipos de primera línea en su país, como se vio en Madrid y Milán. Pero, por otro lado, es muy capaz de dirigir a equipos de la zona media y alta de la tabla, sacándoles el máximo provecho y elevándolos a un peldaño más.
Ver al Newcastle defender es doloroso. Daña la vista. Debería ser un castigo. Un equipo sin estructura, o al menos no en la dirección correcta. Los jugadores parecen actuar por su cuenta, los medios nunca apoyan, y solo los extremos parecen saber a quién cubrir. Una casa se construye desde los cimientos. Si no marcas, tal vez empates, pero si no te marcan, el empate está asegurado.
Y Benítez, erróneamente considerado un técnico defensivo, basará su proyecto en una sólida defensa. Cuando esto funcione, los Magpies tienen los recursos para desarrollar un buen juego. Shelvey o Wijnaldum tienen calidad para ofrecer mucho. Sissoko tiene el músculo para formar un trivote perfecto. Colback es el líder, el sacrificio, la bandera. Aarons y Ayoze aportan talento, desparpajo, juventud e imaginación. Mitrović es el gol dormido, apagado. Cuando comience a marcar, será difícil de detener. Y si no es él, para eso están Cissé (cuya forma de jugar encaja perfectamente con lo que busca el técnico) y Doumbia, que ha llegado para aportar.
La asignatura más difícil para Benítez será salvar la categoría, y tendrá que hacerlo a contrarreloj. Una vez conseguida la permanencia (si no lo logra, podría romper su contrato si así lo decide), comenzaría desde cero su legado: el primer gran proyecto a largo plazo que realmente se le ofrece desde su salida del Liverpool, ya que en el Real Madrid y el Inter siempre dio la sensación de ser un técnico de transición.
Con la llegada del ex entrenador del Chelsea, es muy probable que empiecen a llegar jugadores españoles a Newcastle. Benítez tiene una preferencia por contar con compatriotas en sus plantillas, algo que ya hizo en Nápoles, Liverpool y el Real Madrid. Curiosamente, en Newcastle los jugadores españoles no son bien recibidos desde que Marcelino Elena se convirtiera en uno de los peores fichajes de la historia del club, que Luque no estuviera a la altura y que Xisco fingiera una lesión para abandonar el club tras el descenso a Championship. No obstante, la situación ha mejorado en parte gracias a José Enrique y Ayoze.
Si Rafa Benítez obtiene plenos poderes y consigue sacar al club de la dinámica horrorosa que lo lleva directo al Championship, podrá empezar desde cero la próxima temporada.
Hoy en día, probablemente no haya una mejor opción para el banquillo de St. James Park. Un técnico metódico, con conocimiento profundo de la liga, del idioma y de los sistemas del fútbol inglés. Rafa, español, regresa a la Premier, su casa. Benítez puede ser la primera piedra de un proyecto que, esta vez sí, sea ilusionante. La afición del Newcastle merece mucho más de lo que su equipo le ofrece cada domingo, y el técnico español puede dárselo. In Rafa We Trust.
🗓️ (11/03/2016)

Redacción Premier League
