El Huddersfield Town puede pasar desapercibido para el aficionado general, como un equipo más que ha ascendido a la Premier League. Y, como suele ocurrir, uno de los principales candidatos a regresar pronto al Championship. Sin embargo, dentro del club hay una figura que lo ha cambiado todo: David Wagner, su entrenador.
David Wagner, de nacionalidad alemana y ascendencia estadounidense, aceptó la oferta de dirigir al Huddersfield cuando el equipo estaba al borde de descender a la tercera división del fútbol inglés. El resto es historia.
Como futbolista profesional, Wagner ganó una Copa de la UEFA con el Schalke en 1997. Sin embargo, fue en el Mainz donde empezó a forjar la etapa que marcaría su futuro. Allí coincidió con un delantero reconvertido a defensor: Jürgen Klopp. Fueron compañeros de habitación y construyeron una amistad tan fuerte que Wagner llegó a bromear diciendo que pasaba más tiempo con Klopp que con su propia esposa.
Cuando Klopp asumió el mando del Borussia Dortmund, no se olvidó de su viejo amigo. Wagner recibió una llamada suya, casi una orden: debía sacarse el título de entrenador. Así, tomó las riendas del filial del BVB, iniciando un camino que lo llevaría, tiempo después, a transformar la historia del Huddersfield Town.
Tanto Klopp como Wagner comparten similitudes a la hora de dirigir. Durante su etapa en el Borussia Dortmund, ambos debían adoptar un estilo similar para facilitar la adaptación de los canteranos al primer equipo. Sin embargo, incluso una vez fuera del marco del Dortmund, sus ideas futbolísticas siguieron teniendo muchos puntos en común.
Son técnicos que imprimen muchísima velocidad al juego, apuestan por una presión asfixiante -el famoso gegenpressing- y transmiten agresividad en cada acción. También comparten detalles más mundanos: la barba de unos días, las clásicas gafas negras, el chándal como vestimenta de partido…
A mediados de 2015, Klopp aceptó la oferta del Liverpool, un gigante dormido, sin rumbo ni esencia. Allí, cambió el destino del club. Y como era de esperar, le ofreció a Wagner unirse a su cuerpo técnico.
Volvió a sonar el teléfono. Era Stuart Webber, del Huddersfield. Le propuso liderar el nuevo proyecto del Town. Quería que todos siguiesen una misma línea y que Wagner trasladase al fútbol inglés el estilo que había forjado en Dortmund. Wagner llamó a su amigo Klopp para consultarle. La respuesta fue contundente: “Hazlo”. Y así fue. Cuando Wagner comentó la oferta a su mujer, ella preguntó: “¿Dónde está Huddersfield?”. Esa pregunta terminó convirtiéndose en un sí.
Ya en su nuevo club, Wagner introdujo algunos cambios. Dobles sesiones de entrenamiento dos veces por semana -para acelerar la implantación de su idea-, más vitalidad, más pasión… Sin embargo, la situación era crítica: el Huddersfield ocupaba puestos de descenso.
David Wagner -que se define como un trabajador, no como un soñador- consiguió salvar al equipo al final de la temporada. Además, se convirtió en el primer entrenador extranjero en dirigir al club en más de cien años de historia.
Wagner comenzó su pretemporada con trece incorporaciones, muchas de ellas jóvenes cedidos. Para lograr una rápida cohesión de grupo, tomó una decisión inédita: llevar al equipo a una isla sueca. Pero no a cualquier isla. No había agua corriente, electricidad, comida, internet, camas ni móviles. Si tenías hambre, ibas al río a pescar; si tenías frío, hacías una hoguera; si tenías sed, ibas al lago con una botella. Los jugadores convivían en tiendas de campaña y las parejas iban cambiando.
El objetivo era claro: fomentar la interacción entre todos los miembros del equipo. El ambiente de camaradería que crearon en la isla se reflejó en el campo. Además, Wagner implementó algunas reglas: incorporó a una nutricionista al equipo (él mismo había estudiado biología y ciencias del deporte) y obligó a que los jugadores viviesen a no más de 20 kilómetros de los campos de entrenamiento.
Todos los métodos de Wagner, incluida la estancia de cuatro días en la isla desierta de Suecia, surtieron efecto. Nueve meses después, el Huddersfield estaba en Wembley para disputar el último partido de la temporada contra el Reading. El ganador se convertiría en el tercer equipo en ascender a la Premier League, después de Newcastle y Brighton.
El partido terminó 0-0 y, en una tanda de penaltis cruel y gloriosa a la vez, fue el Huddersfield el que logró el ascenso. El héroe de la noche fue Danny Ward, el portero cedido por el Liverpool de Klopp.
Poco después, Liverpool y Huddersfield se enfrentaron en un amistoso de pretemporada en Anfield, donde el alumno superó al maestro: el Huddersfield derrotó al Liverpool 1-2. En esta nueva campaña de Premier League, Klopp y Wagner se verán nuevamente las caras.
Esos dos entrenadores que compartieron charlas en los entrenamientos del Dortmund se enfrentarán ahora en la liga más competitiva del mundo. Dean Hoyle, propietario del Huddersfield, reconoce que el club ha encontrado una identidad propia. Aunque al principio los seguidores no reconocían el estilo de juego, con Wagner el equipo recuperó una esencia perdida en los últimos años.
El Huddersfield, dirigido por Wagner, es conocido como los Terriers. El técnico asegura que este apodo refleja a la perfección su estilo de juego: pequeños, agresivos, sin miedo y dispuestos a competir de tú a tú con los “perros más grandes”. No se rinden, y por eso son considerados el Underdog de la Premier League.
El rival que menos tiene que perder, pero al que más ilusión le hace ganar. Una historia reciente en el fútbol moderno que unió a un club y a un entrenador, creando relatos románticos para los verdaderos amantes del deporte. Así es como un equipo pasó de convivir en la salvaje naturaleza de una isla sueca a llegar a la cima del fútbol, haciendo historia en el mítico Wembley Stadium.
🗓️ (17/08/2017)
Redacción Premier League
