No existe nación como el Reino Unido cuando se trata de derbies de alto voltaje. Partidos únicos, cargados de pasión, que se sienten con la misma intensidad tanto dentro como fuera de las islas británicas. El público extranjero los vive como si fueran propios. Aficionados que jamás han pisado suelo británico, sin lazos directos con el país, pero que desean vencer al eterno rival por encima de cualquier frontera, clase social o circunstancia económica.
Los derbies en el Reino Unido hablan precisamente de eso: de Gran Bretaña y de sus ciudades de provincia, muchas veces grises, a las que el fútbol les da identidad. Lugares que podrían pasar desapercibidos si no fuera por sus estadios, a menudo separados por apenas unas calles.
El derby del norte de Londres, en cambio, escapa a esa lógica. No hablamos de una ciudad anodina, sino de la vibrante capital, probablemente la urbe con más equipos por metro cuadrado del mundo. Y entre tantos duelos posibles, hay uno que se impone sobre el resto: el derby del norte de Londres, el más esperado, el que todos quieren ver.
Mucho ha llovido desde aquel primer encuentro en 1887, disputado en The Tottenham Marshes. El partido se suspendió por falta de luz (con los Spurs en ventaja…). Eso sí, aún no era un verdadero derby del norte. Por entonces, el Arsenal tenía su sede en Plumstead, al sur del Támesis, y todavía se llamaba Royal Arsenal.
El Arsenal estuvo al borde de la desaparición cuando una crisis económica lo llevó a la bancarrota. En ese momento crítico apareció su salvador: Sir Henry Norris, quien con el tiempo se convertiría en la auténtica bestia negra de los Spurs.
Norris era un visionario. Dueño del Fulham, primero intentó fusionar ambos clubes. La Liga se lo impidió. Luego propuso que compartieran estadio en Craven Cottage, pero también le cerraron la puerta. Su objetivo era claro: construir un club capaz de competir con los gigantes del norte de Inglaterra y las Midlands, que dominaban el fútbol en aquel entonces. Así, dejó atrás al Fulham y dedicó todos sus esfuerzos a engrandecer al Arsenal.
Nunca quedó del todo claro, pero la leyenda dice que Norris hizo todo lo posible -y algo más- para que el Tottenham descendiera en 1915 y el Arsenal ocupara su lugar, aprovechando el caos generado por la Primera Guerra Mundial. Jamás se pudo probar, pero el destino se encargó de darle un giro dramático a la historia: en 1928, la Liga expulsó a Norris del Arsenal, lo condenó por realizar pagos ilegales y lo acusó de haberse apropiado de dinero del club. Fue inhabilitado de por vida.
Los aficionados locales de Arsenal y Tottenham comparten mucho más de lo que muchos creen. Proceden de las mismas zonas del norte de Londres, como Hertfordshire y Essex, van a las mismas escuelas, beben en los mismos pubs y, en general, conviven sin grandes conflictos en la vida diaria.
Sin embargo, hay matices que los diferencian. Ambos clubes están ubicados en extremos opuestos de la emblemática Seven Sisters Road, una arteria que atraviesa barrios residenciales con una fuerte presencia de comunidades inmigrantes. Los Spurs se encuentran en la zona que más inversión ha recibido de la Unión Europea para fomentar el desarrollo económico y social, mientras que el Arsenal se sitúa unas cuatro millas más al sur, en un área de clase media, cercana a Islington y Camden.
Pocos saben que, más allá del fútbol, los lazos entre ambos clubes han tenido capítulos insólitos. En 2002, el hijo de David Dein (por entonces vicepresidente del Arsenal) se casó con la hija de David Buchler (vicepresidente del Tottenham). ¿Motivo de celebración conjunta? En otro tiempo, sí. En 1987, por ejemplo, el Tottenham envió champagne al vestuario del Arsenal después de que los Gunners ganaran el replay de las semifinales de la Copa de la Liga en White Hart Lane. Algo absolutamente impensable hoy en día.
En 1987, con motivo del centenario del derbi en liga, Arsenal y Tottenham decidieron posar juntos en una sesión de fotos para el programa oficial del partido, bajo el lema “Friendly Foes” (enemigos amistosos). Aquella imagen, que pretendía reflejar deportividad y respeto mutuo, no fue bien recibida por todos. De hecho, muchos aficionados se negaron a comprar el programa como señal de protesta.
La rivalidad había alcanzado uno de sus puntos más tensos en la década de los 70 y los primeros años de los 80, cuando la política entró en juego y llevó la enemistad a otro nivel. Las peleas antes y después de los partidos formaban parte del paisaje habitual del norte de Londres. Bandas de skinheads, vinculadas al infame National Front -un partido abiertamente racista que más tarde sería ilegalizado- adoptaron al Arsenal como su club, al considerar al Tottenham como una institución con fuerte identidad judía. Se infiltraban entre los hinchas y desataban el caos en cada jornada.
Por suerte, el tiempo ha cambiado muchas cosas. Hoy, incluso hay miembros de la comunidad judía en la directiva del Arsenal. Ambos clubes también han dejado atrás sus históricos estadios, priorizando los beneficios económicos sobre la tradición y el encanto arquitectónico. Es la tendencia de nuestros días.
El caso del Arsenal es claro. El traslado respondió a motivos puramente financieros. Para hacerse una idea, en los últimos años de Highbury, más de 20.000 personas esperaban su turno para convertirse en socios. Desde las gradas de la West Stand o la North Bank, los aficionados podían divisar el futuro del club. El nuevo estadio en construcción justo detrás, marcando una nueva era para los Gunners.
Algo realmente curioso, casi increíble, es que Arsenal y Tottenham nunca se han enfrentado en una final de campeonato a lo largo de sus más de 100 años de historia.
Más allá de los estados de forma y de la posición en la tabla, Londres se paraliza cada vez que estos dos gigantes se cruzan. En este derby, nunca hay un favorito claro porque es un encuentro impredecible. El verdadero favorito, en realidad, es el propio derby, que siempre tiene la capacidad de sorprender, emocionar y poner a prueba a ambos equipos.
✍️ Raúl Sánchez
🗓️ (30/09/2021)

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