ARTETA Y LA SOMBRA DE WENGER

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Hay quien echa de menos a Wenger. En Inglaterra se le extraña de manera generalizada, al menos entre la afición Gunner y entre la prensa. Mikel Arteta tiene el reto de acercarse al mito, porque superarlo es casi imposible. Aunque es muy pronto, hay quien ve muchas similitudes entre el español y el ex técnico alsaciano.

Hagamos un recorrido por el tiempo y analicemos a Wenger. Como entrenador del Mónaco, exceptuando el primer año donde ganó la liga francesa, estuvo cinco años a la sombra del mejor Marsella de la historia y su imagen como técnico no paró de crecer a pesar de la falta de triunfos. Arsène fue una persona acostumbrada a manejar los tiempos, a hacer lo que le dictaba su conciencia sin importarle la opinión de la prensa y a tomar decisiones arriesgadas con la convicción de estar haciendo lo correcto.

El mejor ejemplo de ello es, sin duda, su fichaje por el Nagoya Grampus japonés rechazando ofertas de grandes equipos como el Bayern Munich. Y es precisamente la experiencia japonesa la que moldeó al Wenger persona y entrenador. La influencia de la cultura nipona le hizo ser más tolerante y comprensivo. En el Mónaco era famoso por ser una persona con muy mal carácter, sobre todo con la prensa, y se le tachaba de no ser capaz de llevar un vestuario. Su experiencia japonesa cambió todo aquello.

Wenger es el claro ejemplo, junto con Rafa Benítez y José Mourinho, de que los jugadores mediocres pueden ser grandes entrenadores. El alsaciano era un jugador de brega, al que sus entrenadores utilizaban para marcar al hombre, al mejor jugador del equipo contrario. Una vez le preguntaron si fue un buen jugador y Wenger respondió: “Fui el mejor,… bien, el mejor de mi pueblo”.

Sus detractores en la prensa y en el propio colectivo de entrenadores, dicen que el francés es mal perdedor, solitario y nada sociable. De hecho, se puede decir que es el técnico menos apreciado entre sus propios compañeros de profesión. Lo critican por ser una persona que no estudia al contrario, que no es capaz de improvisar durante los partidos y, sobre todo, le acusan de excesiva rigidez táctica. Se le conocía, entre los entrenadores, como el “ayatolá del 4-4-2”. En Inglaterra se le acusaba de ser demasiado miope tácticamente.

Sin embargo, fue adorado por la hinchada y siempre se sintió respaldado por todos los estamentos del club. Lo más difícil lo consiguió al llegar y transformar al “boring Arsenal” en un equipo igualmente reconocido, pero por todo lo contrario: por su fútbol rápido, vistoso y divertido.

Ferguson se fue ganando. Eso es algo que Wenger tiene clavado y lo demuestra en sus entrevistas, porque sus últimos años han sido considerados un fracaso por la gran mayoría del público. Pudo haber fichado por el Real Madrid y no lo hizo. Pudo haber sido el entrenador de Inglaterra y rechazó la oferta. Su lealtad le hizo mantenerse en un club claramente en años de transición.

Se le acusa de mal perdedor, pero no pudo hacer otra cosa en sus últimos años que aceptar la derrota. Además, se le acusa de ser el que fichó a gran parte de los defensas que han fracasado en el club y de renovar a un Özil que no levanta (ni parece que levantará cabeza).

Arteta tiene aquí el ejemplo de lo que tiene que hacer y de lo que tiene que evitar en todos estos años. Es más, Arteta fue capitán con Wenger. Fue espectador de primera fila de esa etapa final de fracaso… ¿habrá tomado nota? ¿será capaz de levantar un equipo a la deriva durante tantos años? El tiempo nos dará la respuesta.

✍️ Raúl Sánchez

🗓️ (05/11/2020)

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