Cuando un jugador apunta tan alto y acaba quedando tan bajo, no se puede sentir más que decepción e impotencia por lo que pudo ser y no fue. Charles N’Zogbia es la segunda entrega de una saga que promete ser apasionante.
“N’Zogbia puede ser un jugador top. Cuando yo le fiché era solo un adolescente y es uno de los jugadores mejor dotados futbolísticamente que he entrenado. Tenía un don”. Cuando Sir Bobby Robson dice eso de ti, no puedes esperar más que una carrera prometedora. Y es que el francés fue el último fichaje que realizó en su carrera el hoy fallecido entrenador, uno de los más grandes de todos los tiempos.
Nada más lejos de la realidad, hoy, con 30 años, Charles N’Zogbia se encuentra sin equipo y no ha hecho más que dar tumbos por toda Inglaterra. El Newcastle puso sus ojos en él cuando tenía 16 años y era la estrella de las inferiores de Francia. Entonces, dejó cerrada la contratación para que el jugador se uniera dos años más tarde a la disciplina Geordie. Un proceso que fue controvertido, pues su club de origen, el Le Havre, llevó el caso a los tribunales y acabó ganando una compensación económica.
Todo esto afectó al chico, que se encontró con varios meses en el dique seco, sin jugar, sin saber dónde tenía que ir a entrenar y con la prohibición (o recomendación forzosa) de que no podía jugar tampoco con la selección.
Ya en su segundo año en St James’ Park se estableció como titular indiscutible. Su gran temporada llamó la atención de muchos de los mejores y el Arsenal se quiso hacer con sus servicios a final del curso. En cambio, el Newcastle le mejoró el sueldo y le aumentó su contrato. N’Zogbia era y es, aunque no lo parezca, un jugador peculiar. Muy completo. Combina el poderío de sus raíces africanas con el toque de los mejores mediapuntas franceses. Para hacernos una idea, a día de hoy, Charles N’Zogbia era un jugador con un alto paralelismo con Paul Pogba, solo que menos elegante, más eléctrico y con un juego mucho más directo.
Su rapidez y habilidad le hacían preferir actuar por banda que por el centro. No era muy de retener la pelota, sino de hacerlo todo a gran velocidad. Solo un curso después, lo que parecía un camino de rosas se convirtió en espinas. El nuevo técnico no confió en él y una lesión de gravedad le apartó del equipo. A su retorno, su negativa a ser suplente y su disputa continua con el técnico, empezaron a mostrar su falta de disciplina. Parecía que sus días en el Toon podían estar contados, pero nada más lejos de la realidad, Sam Allardyce le hizo indiscutible en el nuevo curso. Volvió a renovar, esta vez por cinco años, y ligó su futuro a un equipo que no iba a tardar en perder la categoría.
El continuo baile de entrenadores llevó a Allardyce fuera y a Joe Kinnear al mando del Newcastle. Desde el primer día, la relación entre técnico y jugador fue horrible hasta que se fracturó del todo. Sucedió cuando Kinnear llamó al jugador ‘insomnia’ en público. El galo emitió un comunicado en el que afirmaba que no volvería a jugar en el equipo bajo el mando del entonces técnico, quien lo discriminaba. Solo semanas antes, el jugador había admitido en público que necesitaba salir del club, que peleaba por no descender, para no quedarse estancado. Que necesitaba progresar tras cuatro años en Newcastle.
El famoso ‘insomnia’ de Kinnear llegó solo un día antes del cierre del mercado y la inmediatez de los hechos provocó que el jugador acabara aterrizando en el Wigan, en vez de en un equipo con más lustre. Los Latics acabaron el curso en mitad de tabla (contaban con Valencia, Rodallega, Mido, McManaman, De Ridder o Kapo) y el Newcastle se fue a Segunda.
En el Wigan fue héroe bajo la dirección de Roberto Martínez e incluso consiguió lo que no había logrado hasta entonces. Debutar con la selección absoluta de Francia. Lo hizo a los 24 años, una edad perfecta para madurar. Pero, tras dos temporadas y media en los Latics, volvió a volar. De nuevo, el Wigan gestaba un descenso que no tardaría en llegar y se marchó del barco antes de que sucediera. Su destino fue el Aston Villa y con ello, el principio del fin.
Ya no estaba Martin O’Neill. Tras dos años buenos en lo individual, una lesión en 2013 (se rompió el tendón de Aquiles) llevó al galo a no jugar en todo el curso. Nunca fue el mismo cuando volvió. Perdió chispa, ganas, sitio en un equipo que iba a la deriva.
Así, el curso pasado estuvo por completo en el dique seco. Nunca encontró la forma idónea y solo pudo entrar en la convocatoria en dos ocasiones en toda la campaña.
Este verano, N’Zogbia ha hecho la pretemporada con el Sunderland. Allardyce parecía decidido a contratarlo y cuando más cerca estaba, al final el técnico salió, llegó Moyes y la operación no se hizo. La llegada de Steven Pienaar posiblemente le ha cerrado el sitio. Los últimos en interesarse por el chico han sido el Burnley y el Middlesbrough, dos recién ascendidos a la Premier.
Sea como fuere, Charles N’Zogbia, que parecía destinado a comerse el mundo, no tiene equipo a sus 30 años. Y sea cual sea su futuro, ya forma parte de aquellos que pudieron ser y no fueron. Y entra a formar parte del selecto ‘Club de los Olvidados’.
👨💻 Juani Guillem
🗓️ (26/09/2016)