CLAUDIO RANIERI, UN ITALIANO PACIENTE

Comparte la esencia BRIT

“Les habla su capitán. Volamos a 30.000 pies y en minutos aterrizamos. Ah, y Claudio, eres campeón”. Mientras la plantilla del Leicester celebraba el empate del Tottenham que les daba la liga, Claudio Ranieri, en un vuelo de regreso a Italia, no se enteró de nada hasta que el capitán anunció la noticia minutos antes de aterrizar.

Su currículum como entrenador es impresionante: Nápoles, Fiorentina, Valencia, Atlético de Madrid, Chelsea, Juventus, Roma, Inter y Mónaco, entre otros. Su palmarés, más completo ahora que hace unas semanas, ha alcanzado su pico en el Leicester, el club menos prestigioso que ha dirigido. A los 64 años y tras un fracaso con la selección griega, su última experiencia antes de llegar al King Power Stadium, muchos pensaban que su carrera estaba en declive.

Con él, el objetivo de la permanencia parecía incierto. Sin embargo, Claudio siempre creyó. Tras ganar la Premier League, se embolsó cinco millones de libras. ¿Quién en su sano juicio pone en su contrato una prima por salir campeón con un equipo destinado al descenso? Alguien con las ideas claras y la ambición de ganar una liga por primera vez en su vida, más allá de los títulos menores con Cagliari y Fiorentina.

Arrogante, seco, serio y hasta maleducado. Siempre en desacuerdo con los jugadores talentosos que se creían por encima del grupo. Todo era fachada. Ahora, convertido en el abuelo de todos, hemos sido testigos de su emoción al ver al equipo rozar la liga. Cuando miles de almas en el King Power Stadium coreaban su nombre, el italiano intentaba hacerles despertar.

“He hablado con mis jugadores y les dije que el sueño ha terminado, porque es hora de hacerlo realidad”. Con ese discurso de menos de un minuto, cambió el chip de todos. No basta con soñar, también hay que creer. Hay que convertir lo imposible en posible. Y lo hicieron.

Se dice que la primera regla de Ranieri al llegar a un equipo es hacer entender que en el fútbol también se juega sin balón, y que esa labor es tan importante como jugar con él. El siguiente paso es convertir a la plantilla en ganadora. Y una vez logrados esos dos objetivos, no hay vuelta atrás. Has entrado en el sistema de Claudio Ranieri y ahí te quedas.

Posiblemente, en el peor momento de su carrera, la temporada 1999/2000 en el Atlético de Madrid, Ranieri nunca fue deseado fuera. El vestuario, ya derrumbado por la situación, vivió un descenso a Segunda División en una temporada para olvidar. No olvidemos que ese año, el presidente del club fue encarcelado, el equipo fue intervenido judicialmente y las condiciones para trabajar eran casi imposibles. Desde el primer día, Ranieri decidió apartar a Juninho Paulista, un jugador de calidad, aunque el brasileño asegura que la orden vino de más arriba.

Cuando Ranieri presentó su dimisión en marzo, un grupo de futbolistas, encabezados por Santiago Solari, acudió a su habitación en el Hotel Palace para rogarle que se quedara: “Míster, si nos dejas, nos vamos a Segunda”. Poco podían hacer, y aunque intentó reconsiderar su decisión, el nuevo presidente, un administrador judicial, ya había contratado a otro entrenador.

Hacer grupo. Ese es el éxito del Leicester. Ese es el éxito de los equipos de Ranieri. ¿Quién no recuerda las primeras jornadas de liga? Un equipo que arrancaba cayendo, pero que, en un frenesí de goles, terminaba dándole la vuelta al marcador. Una vez, vale; dos, pasa; incluso tres. Pero jugando así, en algún momento perderían. Ranieri, quien siente lo mismo cuando le marcan un gol que cuando le roban el coche, quiso cortar de raíz la situación. “Chicos, si conseguimos mantener la portería a cero, yo invito la pizza”, les dijo a sus Foxes.

Y no solo siguieron sumando victorias, sino que mantuvieron su portería a cero en 16 ocasiones. Más de una docena de ‘clean sheets’ después y con algunos kilos de más para Kasper Schmeichel (que terminó la temporada algo más gordo), el Leicester es uno de los equipos con menos goles encajados. Hasta la jornada 12 habían recibido 20 tantos; en los siguientes 26 partidos, el Leicester D.P. (Después de la Pizza) solo encajó 15.

Don Claudio Ranieri, nuevo mejor técnico italiano (sucediendo a Prandelli, Mazzarri, Montella, Ancelotti y Allegri), ha desterrado por completo la idea de que el fútbol solo es ‘tiki-taka’ y ‘toque-toque’. Ha demostrado que no existen baremos para definir qué es más bonito o feo. No hay un manual de cómo jugar al fútbol sin dejar de pasar la pelota. Al final, el que más puntos gana es el que se lleva el partido, y eso se consigue marcando más que el rival. Fin.

Que da igual cómo lo hagas, mientras lo hagas. Un 4-4-2, cuya plantilla será el tercer equipo con menos posesión y menos pases acertados de la categoría, ha logrado el título de liga. Porque lo importante no es cuánto tengas el balón, sino cómo lo utilices cuando lo tengas.

Don Claudio Ranieri (me repito, pero es necesario concederle tal honor) ha tomado una plantilla de descartes, jugadores no válidos para otros clubes, y los ha transformado en algo mejor. Apostó por Mahrez y Kanté, quienes jugaban en ligas menores hasta hace poco, y los convirtió en pilares, el deseo de toda Europa. Hizo de Jamie Vardy uno de los delanteros más letales del panorama mundial. “Vardy, solo te pido que me ayudes en defensa. Haz eso y serás libre de hacer lo que quieras cuando tengamos el balón”, le dijo al principio de la temporada. El resultado ya lo sabemos.

El Leicester City ha logrado la mayor hazaña de la historia de la Premier. El nombre de Claudio Ranieri quedará grabado con letras de oro en los libros de fútbol por toda la eternidad. El hombre que hizo lo imposible, aquel que, mientras todos le decían que no, soñó y creyó que sí podía.

✍️ Diego García Argota

💻 Juani Guillem

🗓️ (23/05/2016)

The following two tabs change content below.

Redacción Premier League

Nuestro rincón de la mejor liga del mundo. Iluminados por las luces de la Premier League. Los mejores, en un solo lugar.

Entradas relacionadas

Deja tu comentario