UN DELANTERO DE ALTURA

Desde que ingresó en la cantera del Chelsea, Tammy Abraham ya dejaba entrever que lo suyo era el gol. Su progresión fue meteórica, siempre un paso por delante del resto. Destacaba entre los chicos de su edad y no tardaba en escalar categorías. Quienes tuvieron la suerte de entrenarlo coinciden: era un delantero con olfato, oportunista y hambriento. Un goleador nato en formación constante.

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