La llegada de Kai Havertz al Arsenal generó cierta incertidumbre. Tras su paso por el Bayer Leverkusen, donde mostró un gran potencial, el alemán no ha logrado la regularidad que se esperaba de él en los grandes equipos que lo ficharon.
Tras tres temporadas en el Chelsea, la percepción sobre el potencial de Havertz dio paso a un jugador irregular: destellos de calidad, pero una rutina menos brillante. Su tiempo en Stamford Bridge, marcado por un último año para olvidar, y la rapidez con la que evaluamos a los futbolistas hoy en día, llevaron a muchos a dar por perdido al talento alemán. A los 24 años, ya no se le veía como una promesa.
La sorpresa llegó cuando el Arsenal y Mikel Arteta decidieron apostar fuerte por él, pagando unos £70 millones para llevarlo a Londres. Pero, ¿para jugar dónde? ¿Qué vio Arteta en Havertz para hacer semejante inversión? ¿Sería capaz de recuperar la versión que deslumbró en Alemania?
Las características de Havertz sugieren un jugador híbrido, capaz de adaptarse a varias posiciones y roles sin problemas. El reto era grande, ya que esa misma indefinición lo había limitado en Stamford Bridge, donde nunca se entendió bien qué papel debía desempeñar.
Arteta, desde el principio, aunque sin especificarlo, le dio las llaves de un rol complicado: el que previamente ocupaba Granit Xhaka. El suizo brilló la temporada anterior como interior zurdo, equilibrando el equipo en defensa y ofreciendo soluciones ofensivas interesantes. Sin embargo, en ciertos contextos, el ‘34’ no alcanzaba el nivel necesario, especialmente cerca del área, donde le faltaba algo de finura.
La duda con Havertz no recaía tanto en lo que podría aportar en fase ofensiva, sino en su capacidad defensiva. ¿Sería capaz de llenar los zapatos de Granit Xhaka cuando fuera necesario arremangarse y bajar al barro? A pesar de su 1,94m, el alemán es un jugador fino, talentoso, pero hasta su llegada al Emirates, no había demostrado tener el carácter para cumplir con las exigencias de un interior zurdo en el Arsenal.
Casi dos meses después de su llegada al norte de Londres, la realidad es que Havertz aún no ha despejado varias dudas que lo rodean. Algunas son propias de su rendimiento, otras son percepciones heredadas. Y, en mi opinión, no se está siendo completamente justo con él.
Kai Havertz es un jugador frío, no hay duda de eso. De los que es difícil ver expresar emociones. Su lenguaje corporal lo refleja claramente. Y, sinceramente, creo que eso debería cambiar por su bien. No le hace justicia a su rendimiento, tanto con balón como sin él. Porque sí, Havertz trabaja. Y trabaja mucho. Desde que Arteta lo posicionó como interior izquierdo en el Arsenal, le ha pedido que, en fase defensiva, ocupe prácticamente la posición de doble pivote junto a Declan Rice. Y el alemán ha cumplido a la perfección.
Recordemos que el año pasado, Havertz jugó casi toda la temporada como delantero centro, sin grandes exigencias defensivas. Este año, en cambio, cuando el rival ataca en estático, se coloca al lado del pivote. Son diferencias sustanciales. Además, está siendo clave en el juego aéreo del equipo, tanto en ataque como en defensa. Cuando ha jugado de ‘9’, se ha notado más, pero en cualquier partido es el objetivo del balón largo y el primer muro defensivo en jugadas a balón parado. Y se está imponiendo. Pocos duelos aéreos ha perdido hasta ahora. Havertz es un jugador muy inteligente tácticamente y, aunque le están pidiendo una labor para la que necesita tiempo de aprendizaje, poco a poco se va encontrando más cómodo en ese rol. Orienta la presión, comete faltas y mete el pie cuando se requiere.
¿Entonces? La realidad es que, con balón, Havertz parece falto de confianza y energía. Da la sensación de ser un jugador apático cuando, en realidad, está ofreciendo cosas interesantes. Aporta fluidez al juego, guarda bien la pelota y siempre está disponible como línea de pase. Pero no todo es positivo, claro, si no, no haríamos este artículo.
Le está costando ser decisivo e incisivo. Sus movimientos con balón carecen de agresividad y mala intención. Y eso que podría tranquilamente tener 4 o 5 asistencias si sus compañeros hubieran acertado, y 2 o 3 goles si él mismo hubiera tenido mejor puntería. Estamos viendo a un jugador sin la fe necesaria para conducir, atraer y generar ventajas. Tampoco busca el pase arriesgado. Y eso está en su cabeza. Su último año en el Chelsea le hizo mucho daño mentalmente, y ahora vemos un jugador que intenta no fallar. “No toco nada, no vaya a ser que se rompa”.
Y claro, ahí entra una de las críticas de las que menos culpa tiene él: su precio. Que el Arsenal pagara lo que pagó por él no es responsabilidad del jugador. El aficionado, por supuesto, tiene derecho a exigir un nivel, pero también debe ser consciente de varios factores. Antes de criticar a un jugador, debería mirar lo que lo rodea y preguntarse si realmente ese jugador es “irrecuperable” o si atraviesa un momento complicado. Nuevo equipo, nuevo rol, nuevos compañeros, problemas de confianza adquiridos previamente… Todo afecta, y el precio no ayuda. Tampoco la presión de tener al teórico rival en liga, un Manchester City que no para ni para echar gasolina.
No sé cómo acabará la apuesta del Arsenal por Kai Havertz, aún no soy adivino, pero lo que sí sé es que juzgar con base en la inmediatez nunca fue un buen síntoma, ni ha funcionado en el pasado.
Me sorprende que los propios aficionados del Arsenal, conociendo tan bien la palabra PROCESO -gracias a Arteta-, profesen la religión de la inmediatez y el extremismo tan solo dos meses después de empezar.
🗓️ (01/10/2023)

Redacción Premier League
