Hace ya cuatro meses que empezó la Premier League y en Londres se preguntan por qué Diego Costa no marca goles. Cómo es posible que aquel equipo que arrolló la pasada temporada en la liga con un primer semestre sólido, constante, por momentos despiadado con el rival, no consiga dar con la tecla en esta nueva campaña.
Su fiel reflejo está en la delantera, donde tanto el hispano brasileño como Loïc Rémy o Radamel Falcao no dejan de ver pasar las jornadas sin ver puerta. Apenas seis tantos entre los tres puntas, de renombre, desde que arrancara el torneo en el mes veraniego de agosto.
Saltan los rumores antes del mercado invernal de que Diego Costa sueña con volver al Atlético de Madrid; que Loïc Rémy busca desesperado minutos en equipos de menos nombre para no perderse la Eurocopa de 2016 en su casa y de que Jorge Mendes busca acomodar a Radamel Falcao en alguno de sus equipos fetiche (en el fútbol turco, Valencia o un retorno a Francia). El Chelsea no pondría pegas a ninguna baja, siempre y cuando encontrase un recambio de tronío.
No es menos cierto que, salvo la pasada temporada del delantero de Lagarto y algunos momentos estelares puntuales de Didier Drogba, los registros de los arietes en el equipo londinense nunca han sido excelsos, más bien todo lo contrario, rácanos, desde hace ya varios lustros. Una pena que se eleva desde que Román Abramovich se hizo cargo del equipo, pues con él los atacantes que han llegado tenían un cartel inmejorable.
Porque Diego Costa no marca hoy, como tampoco lo hizo ayer Shevchenko, antes de ayer Fernando Torres o la semana pasada Hernán Crespo. Si nos remontamos a la campaña 2002/03, justo antes de la llegada del magnate ruso al club, nos encontramos con un goleador sobresaliente como Jimmy Floyd Hasselbaink que, tras rozar los 30 goles en las dos campañas anteriores (una como pichichi), bajó sus prestaciones hasta la decena y media. A su lado, Gianfranco Zola, con una diana más que el holandés.
Con la entrada al club de Abramovich llegaron los primeros fichajes de renombre: Hernán Crespo y Adrian Mutu. El argentino aterrizaba en Londres con la vitola de ser uno de los mejores goleadores del fútbol de la época, habiendo logrado 16 goles el curso anterior pese a haber estado lesionado durante cuatro meses. El rumano, por su parte, también venía de la Serie A, con el honor de ser uno de los jugadores del momento tras lograr más de 20 goles en las filas del Parma. Ambos, con cifras mediocres (12 Crespo y 10 Mutu), se encontraron con una temporada en la que Eiður Guðjohnsen, Frank Lampard y el propio Hasselbaink les superaron en cifras anotadoras.
Arrancó entonces, tras este gran fracaso, un casting de delanteros en Stamford Bridge que solo Drogba pudo solventar durante años. Junto al marfileño, en la 2004/05, aterrizó otro ‘cazagoles’, Mateja Kežman. La carta de presentación del serbio era inmejorable, con 140 goles en 150 partidos en los últimos cuatro años en las filas del PSV holandés y con la Bota de Plata bajo el brazo del último curso.
Al africano, por su parte, le avalaban los 30 tantos logrados con el Marsella en la 2003/04. Kežman se dio de bruces con solo siete goles en toda la temporada, mientras que Drogba logró 16. Otra vez Lampard acabó con más dianas que los fichajes de renombre. El serbio se marchó por la puerta de atrás y el marfileño se quedó.
Vale que Drogba sea historia viva del Chelsea y uno de los máximos goleadores de la historia del club (4°, con 163), pero quizás sea producto del número de temporadas que ha jugado en el equipo. Y es que los 10 años que ha vestido la camiseta Blue le dejan una marca de 16 goles de media por campaña. Una cifra muy baja para el ariete principal de un equipo que ansiaba la Champions, que buscaba convertirse en el mejor equipo del mundo y era cada año uno de ellos.
Quizás el problema fue encontrar una pareja de baile que lograra cifras similares y al no dar con la tecla, el marfileño fue incapaz de absorber esa responsabilidad. Es uno de los jugadores más queridos por Stamford Bridge, pero la crítica y la estadística dice que solo ha sido capaz de superar los 20 goles en dos ocasiones a lo largo de 10 campañas.
Retornó Crespo tras un año cedido en Milán con cifras decentes, pero su aportación en Inglaterra no mejoró. Para más Inri, el propio Drogba redujo su marca anotadora en un par de tantos. De nuevo Lampard por delante. Es posible que si en lugar del marfileño, Abramovich hubiera apostado por el argentino durante dos lustros, encontrásemos a Hernán en el pódium de los máximos goleadores del club, para hacernos una idea.
Continuó el baile de arietes. Se fue ‘Valdanito’, llegó Andriy Shevchenko, flamante Balón de Oro en 2004 y que en sus tres últimas campañas sumaba más de 80 tantos. Pero en Londres, como tantos otros, el ucraniano perdió sus poderes. Es quizás el mayor fracaso de la historia del club, el segundo fichaje más caro de siempre (48 millones de euros). Ese sí fue el año de Drogba, que con 33 goles logró su mejor marca.
Abramovich no daba con la tecla y en 2007/08 se hizo con los servicios de Nicolas Anelka y Claudio Pizarro en el enésimo intento de buscar una pareja de baile competente para Drogba. Y ciertamente, a largo plazo, el francés fue una buena adquisición. Jugó tres cursos completos (2008-2011) y dos mitades, pues llegó en enero y se fue en diciembre y sus cifras fueron más que notables, con 59 tantos entre todas las campañas, destacando las 19 dianas que le valieron el pichichi en la 2008/09. Bastante barato.
Fracasaron Salomon Kalou y un imberbe Daniel Sturridge hasta que en enero de 2011, el ruso volvió a sacar la chequera a pasear haciéndose con los servicios de Fernando Torres por 58 millones de euros, la cifra más alta jamás pagada por el Chelsea.
Nadie iba a descubrir al español, que era uno de los mejores delanteros del momento, autor de más de 80 goles en sus tres temporadas y media en Premier League, flamante campeón de Europa y del mundo con España y estrella allí donde iba. Su bagaje (1 gol en 18 partidos) asustó y mucho. Pero es que, además, las cifras del resto de los arietes fueron vergonzosas, con Anelka manteniendo el tipo (16). Entre el propio Anelka, Drogba, Torres, Sturridge y Kalou, en Premier, solo lograron 28 goles. Para echarse a temblar.
Unas cifras que empeoraron una temporada después (2011/12), y un problema que se agravó con la salida de Anelka en diciembre. Se presuponía que el nivel de Torres aumentaría tras hacer la pretemporada con el equipo, pero después de aquellas lesiones de rodilla el madrileño ya nunca sería el mismo. Hizo 11 goles por los 13 de Drogba y Sturridge, pero es que entre los tres, en Premier, solo anotaron 22 (la mitad fueron del inglés).
La confianza en Torres era inigualable. Apuesta personal de Abramovich, el español tendría que rendir sí o sí. Nadie iba a desembolsar la cantidad invertida en él y la única forma de rentabilizarlo era esperar a que se convirtiese en el delantero que una vez había sido. Cierto que en la 2012/13 mejoró su cartilla goleadora (22 tantos, 8 en liga), pero nunca estuvo a la altura de un delantero ‘top’, ese que necesita el Chelsea y que por unas cosas o por otras, no encuentra. Tampoco lo hizo con Samuel Eto’o, que si bien habría sido un gran suplente a su edad, se le fichó como punta de lanza y no brilló (11 goles). Mucho menos con Demba Ba, relegado al banquillo, jugador que vive de una temporada.
Pueden darse entonces en Londres con un canto en los dientes con la campaña realizada el año pasado (20 goles) por Diego Costa. Coincide todo este tiempo con la mejor versión del Chelsea. Con el mejor de toda su historia. Con una Liga de Campeones, una Europa League y con cuatro de sus cinco títulos ligueros.
No es mal equipo, no tiene malos resultados. De hecho, el Chelsea es uno de los mejores conjuntos del mundo en la última década, si a títulos nos referimos. En el mismo peldaño que Real Madrid, Manchester United o Bayern de Múnich, solo superado, quizás, por el Barcelona. Pero no es un equipo que conjugue su juego con delanteros. Es una máquina de destruir delanteros a un ritmo vertiginoso, donde Lampard, campaña tras campaña, fue el máximo goleador de la plantilla. Solo un par de buenos cursos goleadores de Drogba y un año destacado de Anelka han estado a la altura de lo que necesita un equipo de primer nivel. El problema es cuando los resultados no acompañan…
Chelsea es un equipo preparado para vivir de su línea de mediapuntas, anotadores de más de 30 y 40 goles cada campaña; de su juego aéreo, donde John Terry, Branislav Ivanović, Gary Cahill, Ricardo Carvalho o William Gallas se metían, campaña tras campaña, un puñado de goles en el zurrón. El problema no es Diego Costa, ni fue Adrian Mutu. Tampoco Mateja Kežman o Hernán Crespo. Shevchenko ha metido goles en todos los equipos en los que ha militado… salvo el Chelsea. Si el Lagarto acaba la temporada con más de 10 goles, habrá cumplido con creces lo realizado por sus homólogos durante los últimos diez años. El listón está muy bajo.
🧑💻 Juani Guillem
🗓️ (17/11/2015)