1 de diciembre de 2011. Doncaster y Middlesbrough se enfrentaban en el Keepmoat Stadium. La presencia de Billy Sharp era una incógnita. Días antes, su hijo, Luey Jacob, había fallecido a los dos días de nacer por un defecto en las paredes del intestino. A pesar del dolor, Billy le dijo a su entrenador, Dean Saunders, que estaría en el once titular. Y le hizo una promesa: marcaría un gol en honor a su hijo.
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